MI VIAJE AL CONGO (Antiguo Zaire)
Lo prometido es deuda. A finales del curso 2006-2007, Lola (Prof.) sabía que había visitado la República Democrática del Congo, antiguo Zaire, me pidió que escribiera las impresiones del viaje, lo hice en el blogia y no sé que botón di que se borró todo, Susi es testigo que me ayudó a recuperarlo y fue imposible. Si, veríais unas fotos que añadí con un pie de foto muy pobre que no significaba nada.
El continente africano siempre ha tenido para mí un encanto especial, desde muy pequeña cuando estaba interna en un colegio, en Toledo, leía todos los libros que caían en mis manos, de la biblioteca del colegio sobre África. Eran libros del África primitiva, de brujos, hechiceros, bailando en taparrabos al son del tan-tan y alrededor de una olla. Recuerdo que una monja me decía “como te gustarán esos libros tan raros”, yo la decía Madre: También tienen alma, en fin recuerdos de niñez.
Yo pensaba que viajar al Congo era solo para misioneros o aventureros y por supuesto para gente joven, valiente y un poco loca…
Pues el día 3 de Diciembre de 2004 salí de Madrid para Kinshasa (la capital del Congo), haciendo escala en Bruxelles, todo gracias a un matrimonio amigo, invitados por un Obispo congoleño, Monseñor Stanislas Lukumwena. Quiero resumir, me da miedo os aburráis y dejéis de leer, pero quiero contaros a grandes rasgos los momentos vividos allí que son inolvidables. Cuando llegamos a Kinshasa la primera impresión fue una bofetada de calor impresionante, 35 grados, estábamos más abajo del Ecuador y dejamos Madrid el 3 de Diciembre. En el recorrido hasta la Procura de Misiones, como el hotel de la Iglesia donde se hospedan misioneros y gente que va a hacer alguna labor humanitaria allí, llevaba los ojos abiertos como platos, todo lleno de puestos, en el suelo, con fruta, verdura, diversos objetos, calles embarradas, las luces eran bombillas colgando de redes eléctricas muy primitivas, casas de colores chillones etc. Al llegar a la Procura, muy bien todo, una casa de la época belga pero muy sencillito todo, había lo necesario pero sin lujos. Al salir a la calle una nube de africanos te asaltaba con toda clase de souvenir, o comprabas a todos o a ninguno y al final tenías que andar como ciega y sorda porque si mirabas a uno ya no te dejaba hasta que no comprabas. Como eran las vísperas de Navidad veías por la calle muchos niños vendiendo adornos, que pena me daban, eran muy pequeños, te miraban con una cara suplicante para que les compraras… otros al pie de un edificio de oficinas limpiando los zapatos a un africano bien vestido, él recostado en la pared y el niño sentado en el suelo. Me llamó la atención muchas señoras en unos puestos con unos cerros de billetes impresionantes, eran cambistas, con francos congoleños, pues un dólar entonces era 450 francos Cong. Así que 100 dólares imaginate los francos que son. En fin dejo la capital que tengo que seguir con el pueblo de la selva que era nuestro destino.
El 15 de Diciembre volamos para Lodja en una avioneta en la que iba la gente como en el metro a la hora punta, de pie, encima de sacos con alguna mercancía, y atrás cestos con gallinas, couchons (cerditos), cada uno iba como podía, a nosotras nos habían reservado el asiento Monseñor. Aterrizamos, la pista de barro, a pie de pista se presenta un señor que me pide la documentación y como yo no era ni monja, ni médico no le cabía en la cabeza que iba a hacer allí, había elecciones en junio y lo menos que pensaba que iba en plan de observadora, hasta que Monseñor no dio una gran voz no me dejaron salir de allí. En Lodja nos hospedamos en una Residencia de PP. Pasionistas, muy sencillo todo pero en un entorno precioso, rodeada de toda clase de árboles frutales, mucha vegetación y también había “un monito”, era como la mascota de los frailes, salgo de mi habitación salta sobre mi y me dio un susto de muerte, un fraile me decía en francés “madame no la va a hacer daño” y yo decía en español y muy enfadada, de acuerdo pero mira como me ha puesto los pantalones de barro. Me voy a descansar un rato y me despiertan unas cosquillitas muy agradables sobre un pie, miro y era un gusanito muy pequeñito, gracias que no soy miedosa pero también me hizo estar alerta que no podías estar descuidada para el próximo animalito. Por fin salimos de Lodja a Kole (Kasai Oriental) en el centro del Congo (por si queréis buscarlo en el mapa), íbamos en un todo terreno a las 4 de la mañana para evitar el calor del mediodía, todos apretaditos, yo le bauticé “la batidora” pues cada bache que cogía, que eran continuos, nos dábamos unos contra otros, a veces se ponía como si fuera a volcar pero eso era imposible pues siempre había algún árbol que le paraba; eran 200 Km. Y tardamos en llegar 10 horas, normalmente en una autopista serían como mucho 2 horas. Detrás iban dos jóvenes con pico y pala porque de vez en cuando tenían que bajarse a rellenar un bache o retirar algún árbol que había atravesado en el camino, la velocidad era de 20 Km./h. Cuando pasábamos por algún poblado el coche paraba, saludaban con mucho respeto a Monseñor y algunos se santiguaban y arrodillaban como si vieran al mismo Dios, también nos ofrecían ramos enormes de plátanos, piñas o algún animal que habían cazado, claro había que pagarlo. Llegamos a Kole sobre las 6 de la tarde, ¡qué recibiendo!, allí estaban casi todo el pueblo, arriba en la escalera de la entrada nosotros con el Obispo, yo muerta de vergüenza, cantaban, nos aplaudían como si fuéramos seres de otro planeta, que gente más cariñosa.
Al día siguiente nos llevaron a la casa donde íbamos a vivir, de la época belga, quiero decir una casa distinta a las demás que eran cabañas, con todo lo necesario pero muy normal, por ejemplo la ducha era un depósito que se llenaba con agua de la lluvia y si tardaba en llegar una tormenta tenías que andar con cuidado para no quedarte sin agua. Ahora el entorno precioso, una parcela llena de palmeras, plataneros, papayas etc., una capillita, y una verja que nos separaba de la casa de unas religiosas españolas que eran nuestra ayuda en todo momento. Aquí quiero recordar a una doctora española, Pilar Zavala, que había llevado al hospital una sala para hacer ecografías, análisis y había muerto el año anterior de cáncer. El pueblo la recordaba con mucho cariño y lágrimas cuando hablaban de ella. En el Hospital Puerta de Hierro de Madrid tiene dedicada una placa donde dice toda la labor que ha hecho en Kole. Yo tuve el honor de dormir en su misma habitación donde trabajaba y en su misma cama.
Llegó el día de Navidad, vamos a la Misa que duró 2 ó 3 horas, con un calor sofocante y un grupo de niñas todas de blanco con guantes y gorrito, bailaban sin parar alrededor del Obispo hasta que llegó al altar y luego alrededor del mismo, era como si hubieran entrado en trance y los niños lo mismo, aquello parecía una discoteca en vez de una misa y claro con sus correspondientes tambores, lo tengo grabado. Al final de la misa Monseñor nos presenta, cuando me tocó el turno yo me levanté, roja como un tomate, diciendo que íbamos allí para colaborar en lo que hiciera falta.
Al día siguiente teníamos en la parcela un grupo de señoras, mamás catoliques, las llaman allí, que iban a saludarnos en nombre de todas las señoras del pueblo, nos llevaron arroz, huevos, una gallina, en fin las pobres lo que tienen, pero con que cariño y nos dicen que quieren aprender todo lo que queramos enseñarlas. Al día siguiente teníamos allí a 5: Iseka, Tina, Marie Thérèse, Sabine y Veronique que querían aprender macramé, hicieron un bolso grande y uno pequeño pues yo no iba preparada con mucho material y tan contentas, cuando llegó la hora de venirme que tristeza, no las olvidaré nunca, algunas me han escrito. Los niños, cuando salías a la puerta y veían la cámara que gritos, yo no sé de donde salían tantos niños, descalcitos, algunos con trapitos, yo no vi. allí ningún juguete,!como me acordaba de los niños de España que tienen de todo!; ahora yo los veía alegres, jugando al fútbol descalzos y cantando por las noches, cuanto cantaban….Se murió un niño de malaria con un añito y se pasaron toda la noche cantando , era la mejor manera de despedirle.
En fin podría seguir contando mil anécdotas pero comprendo que os vais a aburrir de leer. Lo que si tengo claro que si fuera más joven allí volvía por tiempo indefinido a estar con aquella gente que tienen una tierra llena de diamantes, fruta coltan, un material indispensable para fabricar los móviles y viven primitivamente.
¿Qué ha quedado de todo este viaje? Pues que conocimos a un curita joven que acababa de fundar un orfanato con niños de la calle, huérfanos de sida o de la guerra y colaboramos en la escolarización de esos niños pues en el Congo si no se paga a los maestros no hay enseñanza ya que el Estado no les paga, lo mismo que a los médicos y demás funcionarios.
Dentro de poco saldrá una página Web hablando de este orfanato y de otro centro de Costa de Marfil con los que nos hemos unido para trabajar juntos. Ya os avisaré cuando salga. Lo que si podéis hacer es rezar para que Dios abra los corazones de mucha gente y quiera colaborar en este bonito proyecto.
Un abrazo grande y perdonar el rollo que os he escrito. Teresa